miércoles, 23 de julio de 2008

Portada Boletin Dominical 06 de Julio de 2008


Primera lectura: Zacarías 9, 9-10
Salmo 144: “Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey”
Segunda Lectura: Romanos 8, 9.11-13
Evangelio: San Mateo 11, 25-30

“ Venid a MI ”

En la primera lectura, el profeta Zacarías, invita al pueblo a alegrarse. Las expresiones “hija de Sión” e “hija de Jerusalén”, designan a todos los habitantes de la ciudad santa y al pequeño “resto” fiel que vive según la ley del Señor. A ellos se les anuncia con una noticia alegre y esperanzadora la llegada de un rey justo y victorioso, que se caracteriza por la sencillez y la simplicidad. Viene “modesto y cabalgando en un asno”, no en un grandioso corcel como los poderosos y los hombres de guerra. La obra del nuevo rey es una obra de paz y de justicia.En la segunda lectura, San Pablo distingue dos formas de existencia: “en la carne”, dominados por los instintos y pasiones egoístas, o “en el espíritu”, vivificados y guiados por Dios.

El Espíritu que habita en el creyente no solo inspira acciones conformes a la verdad de Cristo, sino que se prolonga su acción hasta vivificar a la persona, haciéndole superar el límite de la muerte y abriéndole el destino de la inmortalidad, del mismo modo que obró en la resurrección de Cristo.En el Santo Evangelio, Jesús manifiesta espontáneamente sus sentimientos de alabanza y estupor delante de su Padre.

Se trata de una típica oración de bendición, porque se ha reconocido en medio de lo cotidiano de la existencia una manifestación concreta de la bondad divina. Este modo misterioso y sorprendente con el que Dios actúa, pone de manifiesto la voluntad amorosa del Padre. En su revelación privilegia a los simples, a los pequeños, a los que el mundo desprecia, a los que no saben.

MENSAJE PARA LA VIDA COTIDIANA

1. Para entender el mensaje del evangelio hay que ser humilde de corazón
2. Jesús dice que los humildes entienden mejor porque el misterio de Dios es conocer que Dios es Padre y que ama a su hijo con un amor infinito.
3. Las palabras consoladoras de Jesús tienen que resonar de nuevo sobre la gente de hoy en día. A veces las palabras de la Iglesia serán exigentes, pero que nunca falten las palabras tiernas y misericordiosas del Señor. Que nuestra parroquia sea por encima de todo una reserva de misericordia.
4. Comparte con tu prójimo esta grandeza de Dios, y extiende su reino en tu hogar, en tu trabajo, etc.

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