miércoles, 23 de julio de 2008

Evangelio Domingo 18 de Mayo de 2008



Lectura del Santo Evangelio según San Juan 3, 16-18


Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tenga vida eterna.Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él. El que cree en él no será condenado; por el contrario, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor.

COMENTARIO:

Un misterio de amor.

Querer comprender el misterio de la Trinidad es como querer encerrar en un pequeño hoyo excavado en la arena toda el agua de los océanos. Pero no confundamos los términos, porque el misterio es distinto del problema. Un problema es algo que podemos acotar, definir, delimitar, y así podemos encontrar la solución a dicho problema, y comprenderlo, aun en su dificultad. Un misterio, en cambio, es algo indefinible, inabarcable, inmensurable… porque es él, el misterio, el que nos rodea a nosotros, el que nos estrecha detrás y delante.

Por eso, en este domingo de la Santísima Trinidad, debemos intentar comprender que Dios es exactamente eso: un misterio en el cual nos movemos y existimos, que nos abarca, que nos empuja, pero del que podemos balbucear, al menos y apenas, unas cuantas palabras.

Podemos decir que Dios es un misterio, pero hay que añadir que Dios no es un misterio más, es el misterio, el misterio con mayúsculas. EL MISTERIO DEL AMOR

Según la primera carta de san Juan, Dios es amor, y siguiendo con el tema del misterio, podemos señalar que Dios es el misterio del amor vivido, del amor donado hasta lo más profundo en sí mismo… y al mismo tiempo, el misterio del amor entregado a nosotros, que no lo merecíamos, que ni siquiera lo esperábamos. Un amor que, siendo la razón de ser del universo, se acerca a nosotros, no para juzgarnos, sino para “ser amor ”, para amarnos, siempre que nosotros le dejemos. Ahora bien, se trata de un amor que exige una respuesta, una acogida. Un amor que se nos da, y si lo acogemos, nos transforma, nos hace ser como ese amor, nos hace entregados, gratuitos, comunitarios. Nos hace ser uno, que nos hace vivir la unidad, como Dios, que es trino.


"ENVIÓ A SU HIJO PARA SALVAR AL MUNDO"

No hay comentarios: