miércoles, 23 de julio de 2008

Portada Boletin Dominical 25 mayo de 2008


Primera lectura: Deuteronomio 8, 2-3.14b-16a
Salmo 147: “Glorifica al Señor, Jerusalén”
Segunda Lectura: 2 Corintios 10, 16-17
Evangelio: San Juan 6, 51-58
CORPUS CHRISTI
El camino de Israel en el desierto es interpretado como una prueba que ha humillado a Israel. La humillación consiste en que el pueblo ha experimentado “el hambre”, ha probado la incapacidad para procurarse con sus propias fuerzas el alimento y ha vivido la experiencia de recibir, como un niño, la comida de las manos de “otro”: Dios lo ha nutrido con un alimento desconocido, el maná, un alimento “que tú no conocías ni conocieron tus padres”. En la experiencia de su impotencia y de su fragilidad, Israel descubrió un signo modesto pero eficaz del amor de Dios. El desierto a enseñado a Israel que debe “comer”, es decir, que debe aceptar y apropiarse de aquel pequeño signo de Dios para sobrevivir. Acoger este don es ya superar la prueba del desierto.
En la segunda lectura, Pablo subraya la dimensión de “participación” y de “comunión” que viene del hecho de recibir el cuerpo y la sangre del Señor. La participación en la eucaristía crea una comunión con Cristo tan profunda, que produce y sostiene la comunión entre los hermanos que forman la comunidad eclesial.
Los términos “carne” y “sangre” designan la condición humana del Hijo del hombre, y los verbos “comer” y “beber” significan el acto de fe como adhesión sin reservas a Cristo que se ha entregado a la muerte por la salvación del mundo. Por medio de la fe se crea una comunión recíproca y misteriosa entre Cristo y el creyente, que va más allá de la vida terrena (“yo lo resucitaré”) y que Juan designa con el verbo “habitar” o “permanecer”. “El Este misterio de amor y de comunión se actualiza de forma excepcional en el misterio de la Eucaristía. El alimento sacramental del pan y del vino donan al creyente la gracia de la comunión personal con Jesús.

No hay comentarios: