jueves, 24 de julio de 2008

Evangelio Domingo 27 de Julio de 2008

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 44-52
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante que busca perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El Reino de los cielos se parece también a la red que se echa al mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la sacan a la orilla y, sentándose, recogen en canastos los buenos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entienden bien todo esto?”
Ellos le contestaron: “Sí”
Él les dijo: “Ya ven, un maestro de la ley que entiende del Reino de los cielos se parece a un dueño de casa que va sacando de sus tesoros lo nuevo y lo antiguo”
Palabra del Señor.

COMENTARIO:
El tesoro del cristiano
Si no queremos hablar en términos jurídicos, podemos decir que el cristiano no es cualquier persona que haya sido bautizada. Cristiana es la persona que ha encontrado el tesoro auténtico, la persona que ha encontrado a Jesucristo. "Tanto ha amado Dios al mundo que le ha dado a su Hijo único". Aquello que hace que seamos cristianos es habernos encontrado con Jesucristo.
No se trata solamente de ser seguidores. Se trata ante todo de ser descubridores. Un descubrimiento que siempre es un don de Dios, aunque normalmente sólo se nos da después de la oración humilde y confiada, después del servicio generoso a los hermanos. Pero es un descubrimiento que, de una vez por todas, ilumina todos los rincones de la existencia y comienza una marcha definitiva, cargada de luz y de amor. Encontrar a Jesucristo es ir a lo más profundo, es poner los cimientos, es atarte al eje, es soldarte al cigüeñal.
Encontrar a Jesucristo, también es, una vez bien sujeto a Él, dejarte proyectar por Él a una lucha generosa y solidaria en favor de los demás, de manera que todos los intereses personales quedan revitalizados. El tesoro es Él y todo aquello que Él comporta.
Nos ayuda a desprendernos de todos los demás valores, a ponerlos al servicio de la causa más importante. Por esto, quien ha encontrado el auténtico tesoro que es Jesucristo no puede dejarse ganar por nadie cuando se trata de hacer un mundo más justo y más fraternal.
En la Eucaristía hoy el Padre nos dice como a Salomón: "Pídeme lo que quieras". Quien encuentra a Jesús se siente libre y experimenta una gran alegría. Se siente acogido por el Amor y libre para amar, libre para dar vida, para darse del todo.
"Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien", nos ha dicho san Pablo.En la Eucaristía, hoy, Jesucristo se nos da una vez más para ser el motor, la luz, la alegría, la vida de nuestra vida. Así se va realizando el proyecto de Aquel que nos predestinó a ser imagen de su Hijo".
"HEMOS ENCONTRADO UN TESORO"

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