viernes, 18 de abril de 2008

Historia Reflexiva

CAMINO DE VIDA

Un viajero caminaba un día por la carretera, cuando pasó junto a él como un rayo un caballo montado por un hombre de mirada torva y con sangre en las manos. Al cabo de unos minutos llegó un grupo de jinetes y le peguntaron si había visto pasar a alguien con sangre en las manos.
¿Quién es él? Preguntó el viajante.
Un malhechor, dijo el cabecilla del grupo.
Y lo perseguís para llevarlo ante la justicia?
No. Lo perseguimos para enseñarle el camino.

Cada caminante hace su propio camino; pero necesita de alguien que le ayude a abrir los ojos a todo lo bueno y bello, a tomar decisiones personales, a ser crítico ante la vida, a aceptar el dolor, a crecer y a madurar.
Modificar cualquier comportamiento, sanar las heridas producidas por tantos errores propios y ajenos, será una labor ardua, paciente y dificultosa.
Quien ha encontrado el verdadero camino, sabe muy bien que no se adelanta nada con condenar a los criminales. Se consigue mucho más amando a quienes tienen sus manos ensangrentadas, para que puedan abandonar el camino de Caín y aceptar a quien con su sangre nos abrió el camino de la salvación.
Quien ama no lleva cuentas del mal. Siempre perdona.

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