
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en eso entró Jesús, se puso en medio y les dijo:“Paz a ustedes”
y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”.
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO:
Como la presencia del viento.
A lo mejor, y a estas alturas, las puertas de nuestras casas ya no están cerradas por miedo a los judíos, aunque no estaría mal preguntarnos si seguimos teniendo miedo, mucho miedo, a algo o a alguien.
Hace ya algunas semanas que celebramos la Resurrección, y seguro que aquella noche salimos gozosos de la celebración de la Vigilia Pascual, con el sabor de la victoria en la boca, y con la Luz de la Vida en la mano. Pero a lo mejor (o a lo peor) seguimos guardando, por miedo (cada uno sabrá a qué o a quién), esa luz que recibimos entonces dentro de nuestra casa, sin dejar que ejerza su misión propia de iluminar a los que no tienen luz.
VENCER LOS MIEDOS
Nuestros miedos, nuestras autolimitaciones nos atenazan, nos impiden ser de verdad nosotros mismos, nos hacen buscar escapatorias ante la mínima presión. Menos mal que tenemos un Dios poderoso, que quiere vencer nuestros miedos, nuestras autolimitaciones; y que no duda en presentarse dentro de nuestra casa como un viento, que, lejos de apagar nuestra luz, la aviva y engrandece, haciendo que brille cada vez más. Menos mal que ese viento viene a empujarnos, a
liberarnos, a reforzarnos, a hacernos valientes, decididos y animosos.
Ese viento, ese aliento, esa “ruah” es de Dios, viene de Dios, procede de Dios. O mejor dicho, ese Aliento es Dios, el mismo Dios, que quiere posarse sobre cada uno de nosotros para que extendamos su mensaje, para que celebremos su Paso, y para que propaguemos su amor, el amor que da a quien lo necesita, el perdón, la paz… Ese amor que hace salir de la casa segura, pero cerrada, para llegar hasta el fin del mundo, con la certeza de su presencia sutil, pero inconfundible... como la presencia del viento.
"Y EXHALÓ SU ALIENTO"
No hay comentarios:
Publicar un comentario