miércoles, 23 de julio de 2008

Evangelio Domingo 25 de Mayo de 2008

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a los Judíos: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
Los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Entonces Jesús les dijo:
“Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no es como el maná que comieron sus padres y murieron; el que come de este pan vivirá para siempre”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO:
CORPUS CHRISTI

En nuestra vida de cada día tenemos muchas necesidades, algunas más imperiosas, más primarias que otras. Pero sin duda, la necesidad de comer y beber es la que más nos mueve, la que antes queremos (y debemos) saciar. Y sabemos cómo hacerlo, cómo saciarnos: comemos y bebemos hasta hartarnos. Pero después de un tiempo, volvemos a sentir hambre, y volvemos a sentir sed, por mucho que hayamos comido o bebido.
Con todo esto en la cabeza, si leemos ahora el Evangelio de esta fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo podemos admirar algunos detalles que podían haber pasado desapercibidos.

VERDADERA COMIDA

En nuestra vida espiritual de cada día tenemos muchas necesidades, pero sin duda la más imperiosa es alimentarnos; y para saciar esa necesidad no podemos más que buscar el alimento apropiado: “mi cuerpo es verdadera comida, mi sangre es verdadera bebida”. Porque, y he aquí lo más fascinante de este misterio, es el mismo Jesucristo quien se convierte en nuestro alimento. Y lo deja claro: en un texto tan breve sorprende la gran cantidad de veces que aparece el pronombre personal de primera persona singular.

Es como si quisiera dejar claro que la presencia en las especies eucarísticas es la suya, y que no puede haber ni el menor resquicio de duda. Y, dando un paso más, no se trata de un alimento corriente, ni siquiera de un alimento milagroso como aquel maná del desierto... Se trata de un alimento verdadero, que da la vida eterna. Porque es pan vivo, y por tanto puede dar vida; porque baja del cielo, y por eso nos puede llevar al cielo.

Porque es pan, y puede saciarnos, aunque nunca nos saciemos del todo, aunque provoque en nosotros la necesidad de volver a alimentarnos, de por vida, por la vida.
"UN PAN QUE SE PARTE Y SE REPARTE"


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