lunes, 28 de abril de 2008

Evangelio Domingo 27 de Abril de 2008



Lectura del Santo Evangelio según San Juan 14,15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, Yo le pediré al Padre que les dé otro defensor, que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, lo conocen, porque vive con ustedes y está con ustedes.

No los dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero ustedes me verán y vivirán, porque yo sigo viviendo.

Entonces sabrán que yo estoy con mi Padre, y ustedes conmigo y yo con ustedes. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él”.
Palabra del Señor.

COMENTARIO:

Dinámica de presencias.
El Evangelio de hoy nos hace reflexionar sobre la presencia y la misión del Espíritu Santo en nuestras vidas, en la vida de la Iglesia. En primer lugar, nos presenta al Espíritu como “otro” defensor. Jesús ha defendido, ha protegido a los suyos y, antes de irse les hace una promesa: “un nuevo” defensor, una persona a la que acudir en busca de ayuda y protección, y que no fallará, como no falló Jesús. Una promesa que, al mismo tiempo, está ya cumplida: “está con vosotros”.

Quizá lo más importante de esta promesa cumplida es la finalidad. Jesús no quiere dejarnos huérfanos, no quiere dejarnos desamparados, y por eso pide al Padre que el Espíritu venga sobre nosotros. No podemos quejarnos, ni siquiera podemos decir “es que no lo conocemos”, porque vive con nosotros, haciéndonos además partícipes de una dinámica impresionante, aunque misteriosa.

Se trata de una dinámica de presencias, en la que nos introducimos siempre que vayamos de la mano de Jesús y a impulsos de Espíritu Santo. Una dinámica que da razón de ser a la Iglesia, una
dinámica sin la que la Iglesia no sería más que una mera conglomeración de personas en busca de
un ideal trasnochado. La dinámica en cuestión se refleja en esta frase: yo en mi Padre, y vosotros
en mí y yo en vosotros. Así reza el original griego. Que Jesús está en el Padre, o con el Padre, es algo que sabemos, que nos sorprende, pero que lo tenemos más o menos claro.

Más impactante es, sin duda, la presencia no ya de Jesús en nosotros, sino nuestra presencia en Jesús. Nosotros estamos en Jesús, dentro de Él. Justo después de esta afirmación, parece que el Evangelio cambia de tema y salta como gacela al amor y a los mandamientos. Pero no es cierto, es justamente el amor (que es en el fondo el primer mandamiento) la clave de la dinámica de presencias, lo que posibilita que nosotros estemos en Cristo, y con Él en Dios… Porque Dios es amor.


SI ME AMAIS, GUARDARÉIS MIS MANDAMIENTOS

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